miércoles, 6 de febrero de 2013

¿Que es la Candelaria?

En Monforte del Cid, como en la mayoría de pueblos de tradición cristiana, el día 2 de febrero se celebra la presentación de niños en el templo que nos recuerda una antigua costumbre. Por ello, sería bueno que conociéramos de dónde viene todo.


Esta costumbre tiene su origen en la celebración litúrgica de la fiesta de la purificación y la presentación del Niño Dios al templo.  En tiempo de Jesús, la ley prescribía en el Levítico que toda mujer debía presentarse en el templo para purificarse a los cuarenta días que hubiese dado a luz. Si el hijo nacido era varón, debía ser circuncidado a los ocho días y la madre debería permanecer en su casa durante treinta y tres días más, purificándose a través del recogimiento y la oración.

Ya que se cumpliera la fecha, acudía en compañía de su esposo a las puertas del templo para llevar una ofrenda: un cordero y una paloma o tórtola. Con respecto al niño, todo primogénito debía ser consagrado al Señor, en recuerdo de los primogénitos de Egipto que había salvado Dios. Lo mismo pasaba con los animales primogénitos.

José y María llevaron a Jesús al templo de Jerusalén. Como eran pobres, llevaron dos palomas blancas. Al entrar al templo, el anciano Simeón, movido por el Espíritu Santo, tomó en brazos a Jesús y lo bendijo diciendo que Él sería la luz que iluminaría a los gentiles. Después, le dijo a María que una espada atravesaría su alma, profetizando los sufrimientos que tendría que afrontar.


Explicación de la fiesta

El día 2 de febrero de cada año, se recuerda esta presentación del Niño Jesús al templo, llevando a alguna imagen del Niño Dios a presentar a la iglesia o parroquia. También ese día, se recuerdan las palabras de Simeón, llevando candelas (velas hechas de parafina pura) a bendecir, las cuales simbolizan a Jesús como luz de todos los hombres. De aquí viene el nombre de la “Fiesta de las candelas” o el “Día de la Candelaria”.

En México, país de costumbres arraigas, se acostumbra que aquellos a quienes les tocó el muñeco de la rosca de reyes, son los que deberán presentarlo en el templo el día de la Candelas. Para esto, hay que vestirlo y engalanarlo. También, comprarle un trono para sentarlo. En esta celebración se bendicen la imagen del Niño Dios y las candelas, que representan la luz de Cristo en los hogares. Las velas benditas se pueden prender cuando surjan las dificultades de la vida durante el año.

Esta fiesta termina con una merienda familiar y de amigos, en la cual se sirven tamales y atole de sabores y chocolate caliente.


lunes, 21 de enero de 2013

San Antón, patrón de los animales

El pasado 17 de enero se celebró en todo el territorio español la festividad de San Antón, donde los animales son bendecidos por el párroco y donde se le entrega al animal un trozo de rollo bendecido. Con este artículo quiero dar a conocer mejor la vida de San Antón y su vinculación a los animales.

San Antón nace en una localidad del  Alto Egipto en el año 251, hijo de acaudalados campesinos. Al morir estos cuando él tenía alrededor de 20 años entregó a su hermana al cuidado de unas vírgenes consagradas y distribuyó sus bienes entre los más pobres y se retiró al desierto para dedicarse a la oración, la lectura y al trabajo manual siguiendo, siguiendo el ejemplo de un ermitaño de los alrededores. A los 54 años de edad, abandona el desierto y funda un monasterio en Fayo con una serie de celdas aisladas y se pone al frente de la dirección de dicho monasterio. San Antón exhortaba a sus hermanos a preocuparse lo menos posible por el cuerpo y aconsejaba a los monjes que pensaran cada mañana que tal vez no vivirían hasta el fin del día y que ejecutaran cada acción como si fuese la última. Poco a poco se le fueron uniendo fieles y creando numerosas colonias monásticas convirtiéndolo en el padre espiritual.

En otra época de su vida fijó su residencia entre unas antiguas tumbas. Con este gesto profético quiso acercar a la población el triunfo de la resurrección ya que las gentes de esa época eran muy supersticiosos y creían que los cementerios estaban poblados de demonios.

Murío en el año 356 a la edad de 105 años. Se dice que sus restos fueron encontrados hacia el año 561 trasladados a Alejandría, luego a Constantinopla y finalmente a Vienne en Francia.

Normalmente se le representa con una cruz en forma de T, un perro, un gallo o un cerdo a sus pies (siendo este último el más representado) y un libro en las manos. Además se ser patrón de los animales por los milagros curativos que se le atribuyen a estos, también lo es de  los carniceros, de los cementerios y de los tejedores de cestos.

En Monforte del Cid el próximo 27 de enero se cumplirá con la tradición y todos los animales serán bendecidos y arropados por el santo, que será portado en carreta por vecinos de la localidad aficionados a los caballos




jueves, 13 de diciembre de 2012

La Cruz Procesional de Monforte, joya del siglo XVI

Estos días, y junto a la patrona de Monforte del Cid la Purísima Concepción, hemos podido observar como la cruz procesional que se observa en la antesala de la sacristía de nuestra iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Nieves, se levantaba majestuosa.

Por ello, me animo a daros los datos y descubriros los secretos de esta joya de la orfebrería valenciana datada en el siglo XVI (muy similar a la que se encuentra en el municipio valenciano de Chelva), y que la tradición apunta a que fue donada por el famoso obispo Gómez de Terán y recuperada por la villa de Monforte del Cid del expolio que sufrió la parroquia entre 1936-1939.

La plateería valenciana del último tercio del siglo XVI alcanzó una extraordinaria pujanza, y por ello, los obispos de la diócesis de Orihuela y Murcia buscaron las nuevas tendencias que en los talleres valencianos se estaban dando. En este caso la cruz responde a un trabajo de tendencia manierista como así lo refleja su perfil, muy recortado, que parece seguir el tipo creado por el maestro Becerril, de gran repercusión por toda el área de levante.

Se configura como una cruz latina de brazos rectos terminados en medallones circulares rodeados por querubines y fragmentos de cartelas recortadas y rematados en perillones de base gallonada. Esta ornamentación basada en el repertorio del "rollwerk" junto a espejos y cartelas ovales cubre la superficie de los brazos.

La iconografía alojada en dichos medallones es la propia de este tipo de piezas, figurando así en el anverso los cuatro Evangelistas mientras que el reverso se destina a las imágenes de la Virgen, San Juan, la Magdalena y el motivo del pelícano. El cuadrón central de sección recta, según es típico en la platería valenciana del Quinientos, ofrece el relieve de Dios Padre en actitud de bendecir, al que se sobrepone la figura del Crucificado, añadido moderno de la década de 1980 fruto de una restauración. En la otra cara preside un bello relieve de la Virgen con el Niño, de muy estilizado y monumental canon.

La manzana, de tipo arquitectónico, consta de dos cuerpos cilíndricos de diferente tamaño, apoyado el inferior sobre tornapuntas. Amos se articulan por medio de nichos con figuras de los Apóstoles. El cañón cilíndrico y con decoración barroca, espejos punteados, es obra claramente posterior, añadido con toda seguridad en tiempos de Gómez de Terán (Madrid 1688 - Monforte del Cid 1758), quien según la tradición, fue el obispo quien la donó a la iglesia de Monforte del Cid. En Monforte el obispo tenía especial predilección y pasaba largas temporadas, donde levantó una pequeña residencia muy cerca del templo y hoy desaparecida.

Tanto por tipología como por estilo se puede considerar como una obra de transición en la que junto a elementos propios de la tradición renacentista se van sumando otros que preludian ya los cambios que se van a producir a partir del último cuarto del siglo XVI con las modas del austero espíritu herreriano.

lunes, 3 de diciembre de 2012

LA CORONACION DE LA PURÍSIMA, PATRONA DE MONFORTE DEL CID

En las siguientes líneas voy a reflejar el artículo que para las revistas de Moros y Cristianos 2011 reedité de antiguas revistas de fiestas y que refleja los pormenores de cómo fue la Coronación de la imagen de la antigua Púrísima.

LA CORONACIÓN DE LA PURÍSIMA, PATRONA DE MONFORTE DEL CID


Por JOSE MARIA SEGRELLES ÑIGUEZ


Como somos ya pocos los supervivientes de aquellas generaciones de monfortinos testigos presenciales de la coronación de nuestra Patrona, con el fin de recordar a unos y dar a conocer a otros de las actuales, aquel solemne acto y sus conmovedores detalles, vamos a intentar recoger, de la manera más fiel y concisa que nos sea posible, los distintos pormenores de tal acontecimiento, según el contenido de una extensa crónica que, refiriéndose a los días 9 y 10 de diciembre de 1911 (¡han pasado 68 años!) fue inserta en el número 3.913 de “El Correo”, periódico que a la sazón se publicaba en la capital de nuestra provincia.

Y si, por añadidura, lográsemos despertar también alguna devoción dormida, proporcionar unos instantes de agradable distracción o simplemente satisfacer algún interés o curiosidad, nosotros quedaríamos complacidos.

Tuvo lugar la coronación con motivo de nuestras fiestas anuales en honor de la Purísima y constituyó extraordinaria brillantez, habiendo sido organizada por la congregación local de las Hijas de María.

Añade la citada crónica que, desde las primeras horas de la tarde de aquel día 9, comenzaron a acudir a la Parroquia muchísimos fieles ansiosos de presenciar la coronación hasta el punto de que, sobre las 15 horas, resultaba ya difícil el acceso y paso por su nave central, invadida por compacta multitud. Y al ir a comenzar el acto, la iglesia presentaba un aspecto deslumbrador. Las hijas de María, agrupadas en lugar preferente, presidían la solemnidad; a un lado se hallaba la Banda Municipal y el resto del templo aparecía materialmente ocupado por los fieles.

Sobre el altar Mayor, donde se había instalado el trono con su rico dosel artísticamente ornamentado, destacaba, majestuosa y llena de virtud celestial, la bella y venerada imagen de nuestra Inmaculada Concepción. Y entre incesante murmullo, subieron por ambos lados de las gradas del trono dos niñas vestidas de blanco que iban a coronar a nuestra Patrona, al mismo tiempo que otra niña, vestida también de blanco, se situaba en un plano de menor altura para recitar una plegaria a la Purísima.

El aspecto que presentaba el altar Mayor, con las tres niñas ataviadas de blanco ante la Virgen, era sorprendente y conmovedor. Y, al reinar, de improviso, un absoluto silencio, la niña Conchita Beltrán Pina, con voz firme, si bien algo embargada por la emoción, y con entonación y ademanes muy apropiados, comenzó a recitar una bellísima poesía expresamente escrita para el acto por el inspirado vate don Salvador Monllor Cabrera, la cual no debemos omitir para recreación del que la leyera. Decía así:


A NUESTRA AMADISIMA PATRONA MARIA INMACULADA EN EL ACTO DE SU CORONACION

El alma rebosante de amor inextinguible,
de anhelos infinitos henchidos  el corazón,
fervientes, entusiastas, con júbilo indecible,
contempla aquí a tus hijos, temblando de emoción.

Tus hijos predilectos, pues eres la Patrona
del pueblo de Monforte, ¡oh, Madre celestial!
Monforte, que te elige su Reina y te corona
y admira tu pureza sin mancha original.

Es digna esta corona de ornar tu regia frente,
pues ella simboliza la inquebrantable fe,
el místico entusiasmo, la adoración ferviente
de un pueblo que te adora y en ti su amparote.

En ella van prendidos sus más puros amores,
en ella sus sentires supieron condensar;
la enjoyan esperanzas, recuerdos, sinsabores…
con lágrimas y risas la hubieron de forjar.

Acéptala, Señora, y acoge bondadosa
sus más ardientes ansias de vida y perfección,
y sé para tus hijos la Madre cariñosa
que nunca les retire su tierna protección.

Bendice aquí a tus hijas, las Hijas de María
que honrar así quisieron tu pura Concepción;
concédeles tu gracia y sé su Norte y guía…
Otórgales, ¡oh, Madre!, tu Santa bendición.

Bendice a Nuestra España, ¡tu pueblo! Que ha sabido
por ti mil y mil veces su sangre derramar,
y aún hoy la están vertiendo su Ejército sufrido
en tierras africanas luchando sin cesar.

Bendice a aquellos mártires que por la patria mueren,
a los hermanos nuestros que ya no volverán,
y ampara a su esposas y madres que los quieren,
¡que en el hogar vacío, llorando quedarán..!

Bendícenos, Señora, que en adorosa llama
de amor inextinguible se abrasa el corazón…
El pueblo de Monforte, con júbilo te aclama:
¡Viva nuestra Patrona!... ¡Viva la Concepción!...



Un viva estruendoso brotó del corazón de todos los presentes; rompió la música con el himno Nacional y, al mismo tiempo, las niñas Inocente Miralles Cerdán y Conchita Sirera Gras, colocaban sobre la sagrada frente de nuestra Patrona una magnífica corona.

Varias señoritas de nuestro pueblo cantaron, acompañadas del órgano, las Purezas de María y, a continuación, se entonó una Salve, con la que terminó el acto de la coronación que tan grato recuerdo dejó entre los asistentes.

 


viernes, 30 de noviembre de 2012

La Peña del Cid, la leyenda


Dentro de los libros que tantos años tengo en mi biblioteca, se encuentra una edición de 1965 que pertenecía a mi abuelo paterno de "Leyendas Alicantinas", de Agustina Ruiz de Mateo y Juan Mateo Box. Una de las leyendas que se incluyen es la de la PEÑA DEL CID, donde nos cuentan las peripecias del Cid Campeador por nuestras tierras, en este caso la aventura ocurrida en la peña que está próxima a nuestro pueblo.


Nuestra provincia se hallaba sometida al poder musulmán y el Cid había llegado en avanzadilla con lo más florido de su escolta para reconocer su terreno. Por expresa disposición suya, sus acompañantes se quedaron rezagados y ocultos para que el enemigo no se apercibiera de su presencia.

El Cid, entonces, avanzó solo, según tenía por costumbre en estos casos para no exponer a los suyos a peligros inútiles y poder hacer por su parte un reconocimiento a fondo. Además, yendo solo podía burlar con facilidad la vigilancia del adversario.

Jinete en su inseparable Babieca escaló la montaña y llegó a la mencionada peña para tener una visión más amplia del terreno. Es indudable que se confió demasiado y el enemigo, que se encontraba muy cerca, sorprendió su presencia. Sin perder un instante se lanzaron a la captura de su más temible rival  con gran cautela le fueron sitiando por la espalda mientras él, desde la altura, estaba forjando el plan de ataque.

Babieca olfateó el peligro y su inquietud puso en guardia al jinete que, levantándose sobre los estribos y mirando hacia atrás, vio a la patrulla mora que subía a marchas forzadas, formando un semicírculo, para impedirle toda posible escapatoria. El valiente caballero advirtió rápidamente su peligrosa situación: de un lado su implacable enemigo lo bastante numeroso para arriesgarse a pasar entre sus filas y del otro el peligroso precipicio.

Babieca piafaba nervioso y el Campeador tuvo un momento de indecisión pero instantáneamente reaccionó de la única manera que él podía hacerlo. ¿Rendirse? ¡Jamás! Les haría frente y moriría matando. Desvainó la Tizona y un grito de invocación celestial rasgó los aires: ¡Santiago, valedme!

Y en ese preciso momento el ímpetu del caballo fue detenido milagrosamente por una férrea mano.

Por primera vez Babieca volvió grupas al enemigo y el asombroso jinete vio a su lado a otro caballero montado en un caballo blanco y que en la mano libre llevaba un estandarte, también blanco, en cuyo centro destacaba una gran cruz roja.

Entonces ocurrió el milagro. Babieca, de una salto prodigioso se lanzó al abismo arrastrado por aquella mano desconocida. Ambos jinetes describieron una luminosa parábola sobre el fondo azul del cielo y cuando llegaron abajo las patas de Babieca se incrustaron profundamente en la tierra.

Estas huellas, que aún subsisten, dan testimonio de tan prodigioso hecho y el paraje donde se encuentran se conoce con el nombre de "La Patá del Cavall".

Apenas repuesto el Cid de su sorpresa quiso expresar su gratitud a su salvador pero su asombro fue grande al no poder hallarle por parte alguna. Con el mismo misterio que había aparecido, desapareció...

Don Rodrigo, de esta forma tan extraordinaria, pudo burlar a sus enemigos,. Amparado en las sombra de la noche llegó a donde estaban esperándole los suyos y todos, sanos y salvos, emprendieron el regreso a Valencia.

Desde entonces el Cid y todas sus huestes profesaron una gran devoción a Santiago cuya invocación convirtieron en su grito de guerra: ¡Santiago y cierra España!  

miércoles, 17 de octubre de 2012

El patrón de los cocineros, San Pascual Bailón

En Monforte del Cid, y su pedanía de Orito, sabemos de sobra la importancia y la influencia que el santo aragonés, Pascual Bailón, tuvo a lo largo del siglo XVI, y que su protección e influencia llega hasta nuestros días.

Pero no todos sabrán que el santo es el patrono de los cocineros, dado su afición y su buen hacer en la cocina. Incluso en la Ciudad de México, se celebran los Premios Internacionales de Cocina que tienen por nombre el propio santo.

Una de las citas extraída de uno de sus contemporáneos decía:

Era capaz de multiplicar la comida, que preparaba ollas grandes de estofado que no tenían fin, tratando de dar siempre lo mejor, pues él decía que a los pobres no había que darles sólo las sobras, estaba a cargo de los huertos, donde sembraba alimentos que siempre  estaban disponibles para quién los pudiera necesitar.  Guardaba el mejor vino para los enfermos, se solía quitar el pan de la boca así como prefería que otros tuvieran hábitos nuevos en lugar de usarlos él, gustaba de estar de buen humor y dar consejo a quienes se sentían mortificados.

Además, canciones como estas y pinturas figuran a lo largo y ancho del mundo:


San Pascual Bailón. Báilame en este fogón.
Tú me das la sazón. Y yo te dedico un danzón.





San Pascual Bailón, el santo patrón de las cocinas y cocineros.
Este San Pascualito, San Pascualito, 
Tú pones tu granito, y yo pongo otro tantito.




San Pascual Bailón, el santo patrón de las cocinas y cocineros.
Este santo era portero. Y a los pobres daba pan.
Y el pan se convirtió en rosas cuando venía el guardián.



Fotografía de los premios que anualmente
 se dan en la Ciudad de México 
llamados Premios Internacionales Pascual Bailón de Cocina



lunes, 1 de octubre de 2012

La tradicional entrada de los obispos en Orihuela

La tradición de la entrada pública de los obispos de Orihuela es una de las manifestaciones religiosas de mayor singularidad del obispado, una secular costumbre que forma parte de la identidad de nuestro territorio y de sus habitantes.

Entrada del nuevo obispo de la diócesis de Orihuela Alicante,
el valenciano D. Jesús Murgui Soriano
Estas entradas públicas, que fueron comunes en todas las sedes episcopales españolas y hoy solamente se conservan en Sigüenza y Orihuela, tenían la función de afirmar los valores simbólicos de la autoridad y el ministerio del pastor diocesano.

Su origen se remonta a la creación del obispado de Orihuela, cuando el 23 de marzo de 1566, su primer prelado Gregorio Gallo de Andrade, tomó posesión de la silla episcopal en olor de multitudes como culminación de las seculares aspiraciones oriolanas de independizarse del obispado de Cartagena y fundar una diócesis propia con los territorios del mediodía valenciano que políticamente dependían de la antigua Gobernación de Orihuela. 

En torno a la solemne entrada pública de los nuevos prelados para la recepción de su cátedra, se elaboró un protocolario ceremonial que, salvo algunas pequeñas variaciones producidas a lo largo de la historia, continúa realizándose de forma íntegra en la actualidad.

A continuación, vamos a conocer los principales aspectos históricos de la entrada de los obispos de Orihuela – Alicante, testimonio inequívoco de su arraigada tradición.

Tras el nombramiento del nuevo obispo, el primer paso que se daba era la presentación por parte de su apoderado de las bulas apostólicas y demás documentos acreditativos de la Santa Sede para su comprobación por el Cabildo Catedralicio de Orihuela.

Entrada del obispo Pablo Barrachina
Tras el visto bueno de los capitulares oriolanos, el cabildo acordaba la fecha de la toma de  posesión que sucedía en un breve plazo de tiempo, en algunos casos en apenas unos pocos días. 

El viaje del prelado a Orihuela solía ser bastante lento y tedioso, tanto por las incomodidades de los caminos como del transporte utilizado, generalmente carruajes, y por ello debía realizar numerosas paradas durante el itinerario. Por ejemplo, en el caso de Fray Andrés Balaguer su traslado se realizó por espacio de seis días pernoctando en Monforte y Albatera, parando previamente para comer en Elche y en posteriores  jornadas en Redován.

Entrada del obispo saliente D. Rafael Palmero Ramos
Como podemos apreciar, la venida del obispo a nuestra diócesis llevaba consigo que se detuviera en otros pueblos y lugares del obispado antes de llegar finalmente a Orihuela. En este sentido, desde la construcción del Palacio Episcopal de Cox, por iniciativa del obispo José Tormo Juliá, los prelados hacen su primer descanso en esta localidad donde suelen comer el tradicional arroz con costra. Tras la desaparición del edificio, la corporación municipal reivindicó sus derechos históricos y se respetó escrupulosamente la tradición. En esta población era recibido en el templo parroquial por su párroco, el alcalde de la villa y dos canónigos, allí era agasajado por el pueblo.

Anteriormente al siglo XVIII, su primera parada tenía lugar en Redován donde se encontraba con varios representantes del Cabildo Catedralicio, tal como queda documentado con los obispos Andrés Balaguer y Bernardo Caballero de Paredes. Desde esta población o posteriormente desde Cox, el obispo se encaminaba montado en su carruaje y acompañado por la comitiva capitular hacia el llamado paraje de la Fuentes (San Antón), situado en las proximidades de la ciudad, donde le esperaba una comisión municipal.

Tras la construcción de la ermita de San Antón a finales del siglo XVII se enriqueció el protocolo, ya que a partir de entonces todos los obispos rezan al pie del altar mayor de esta iglesia. A continuación, el nuevo prelado se dirigía a la casa contigua siendo recibido por una comisión de la ciudad designada con el fin de ofrecerle diferentes obsequios. Allí comía, sino lo había hecho antes, o tomaba un refrigerio, y descansaba hasta la hora determinada para su entrada pública. 

En el horario previamente convenido, salía el cabildo en procesión desde la puerta de la Anunciación de la Catedral hacia la Puerta Nueva (actualmente calle del Paseo), acompañado del seminario, clero de las parroquias y órdenes religiosas 

Al mismo tiempo, el Sr. Obispo montaba en una mula blanca, enjaezada de morado, que le esperaba delante de la ermita de San Antón, donde se tenía preparado un poyo decentemente adornado para que pudiera subir con comodidad.

El prelado iniciaba su trayecto a la ciudad acompañado por el ayuntamiento en cabalgata y escoltado a caballo por las autoridades municipales, mientras el pertiguero, que iba sin sombrerillo ni pértiga, dirigía la mula por la derecha. Al llegar al portal de Callosa, situado junto al colegio de Santo Domingo, se abrían las puertas de la ciudad y le recibía el alcalde junto al resto de la corporación municipal. Ya en Orihuela, era acogido con gran entusiasmo y alegría de todos los ciudadanos mientras recorría las calles que profusamente habían sido adornadas con arcos de flores y colgaduras en las fachadas de los edificios. 

Una emotiva entrada que en el caso de Juan Maura y Gelabert fue muy especial, tal como señalan los diarios de la época: “se emocionó tanto que no podía articular palabra llorando en algunos momentos. La conmoción fue tan grande que en algún momento tuvo que ser sostenido”.

Al llegar a la Puerta Nueva el obispo se apeaba de la mula frente a la hornacina que albergaba una imagen de Nuestra Señora de Monserrate, patrona de Orihuela. Allí era recibido por los cuatro canónigos de menor antigüedad para acompañarle al altar que se había montado previamente en este lugar, donde el Deán del cabildo le daba a adorar la Cruz. El prelado se arrodillaba para ratificar su juramento sobre los Evangelios y  acto seguido se revestía de ornamentos pontificales mientras el sochantre de la Catedral entonaba la antífona Ecce Sacerdos Magnus.

Una vez revestido y situado bajo el palio, se ordenaba una procesión encabezada por los estandartes de los gremios, que precedían al clero, seminario, cabildo y al propio obispo, para dirigirse hacia la Catedral atravesando las calles de la Puerta Nueva, Santa Lucía y de la Feria, mientras se cantaban los salmos de laudes. La procesión entraba en el templo catedralicio por la puerta de la Anunciación, la principal de la iglesia, pues en ella se inició su consagración en 1597.

Allí se procedía con solemnidad a la toma de posesión de su cátedra como obispo de Orihuela. Tras concluir la ceremonia el cabildo le acompañaba a sus aposentos en el Palacio Episcopal, su nueva casa.